Se despertaba con el olor a café recién hecho.
Los domingos no sólo disfrutábamos del café, disfrutábamos de una buena conversación,
(algo que siempre he apreciado), intercambiábamos opiniones sobre temas de actualidad,
y disfrutábamos de nuestros cuerpos.
En cuanto se acababa el café, le gustaba acercarse lo máximo a mis labios, para, sin dejar
de mirarme a los ojos, susurrar; hoy vas a ser mía, como cada domingo. Entonces, yo le daba
el último sorbo al café y nos íbamos a la cama a a bailar bajo las sábanas, nos gustaba que
nuestra respiración se sincronizara, nuestros gemidos iban acompasados en una partitura de 3/4
y nuestros labios se impregnaban de la más íntima esencia del otro.
Cuando caía la tarde, él, se vestía, me daba un beso en la mejilla y se despedía hasta el próximo
domingo. Yo sabía que tenía mujer e hijos, que volvía a casa para dedicarles tiempo a ellos,
que su mujer pensaba que estaba en un congreso todo el fin de semana, pero me daba igual.
Sabía que no era más que un pasatiempo para él. Su salvadora. La única que le permitía salir de
su rutina y darle algo de emoción a su vida. No era más que esa pobre tonta con un amor no
correspondido. La estúpida que se dejó bañar en halagos. La ilusa que creía que, algún día, quizá
se diera cuenta de cuánto valía y decidiera elegirme a mí frente a su familia. Esa era yo.
Podéis llamarme "LA OTRA".
Cerca del final... siempre hay algo nuevo.
ResponderEliminarA todas aquellas personas que se dieron mil oportunidades para empezar una historia... No podemos obligar a alguien a querernos, el interés no se pide: se demuestras; es una de las cosas innatas que fluyen de uno mismo.
Valoraros a vosotros mismos antes que nadie para saber quién os aprecia. Yo, desde luego, aunque me muera de ganas por tenerle entre mis labios, aunque me muera de ganas por follarle, aunque me muera de ganas por mirarle a tan solo dos centímetros de mí, aunque me muera de ganas erizarle el pelo y verle disfrutar... primero estoy yo. Hay cosas que, por mucho que el corazón se encoja, debemos escuchar a la razón y no luchar por alguien que no para cuenta en nosotros. Hay cosas que no se pueden cambiar. Ya buscará a otra que se abra de piernas, recordar: es más importante abrirse que meterla... Y tu, amiga mía te abres, y el te la mete.