Llevaba 3 días sin abrir siquiera las persianas , por miedo a que algún rayo de luz pudiera penetrar en el vacío de mi habitación. Arranqué el calendario y mi nevera contenía las dos últimas latas de cerveza y un bote de crema de cacahuete en estado mohoso. Basándome en el ruido de los orgasmos provocados por la vecina del quinto , mientras se acostaba con su amante , a las 13 horas como cada martes , supe en qué momento vivía. Maldigo el instante en el que la oí llegar al clímax , sentí envidia por primera vez en mucho tiempo, anhelé sentir el cuerpo desnudo de un hombre… Y entonces , me acordé de él.
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